En un contexto de creciente debate sobre el rol de la tecnología en la educación, la Provincia de Buenos Aires ha decidido continuar permitiendo el uso de celulares en las aulas, mientras que la Ciudad de Buenos Aires ha implementado una reciente prohibición. Esta divergencia subraya las distintas estrategias que se están adoptando para enfrentar los desafíos educativos contemporáneos.

Alberto Sileoni, director de la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense, defendió la política provincial, afirmando: «Vamos por otro camino. Preferimos darle confianza a los docentes para que trabajen esa situación de aula».

Desde 2016, la Provincia ha integrado la tecnología como herramienta pedagógica, buscando maximizar sus beneficios educativos a pesar de los retos asociados. Esta política tiene sus raíces en la gestión de María Eugenia Vidal, quien en 2017 impulsó la capacitación de docentes para el uso de celulares en el aula.

Alejandro Finocchiaro, entonces ministro de Educación, argumentaba que esta medida permitía «hablar el mismo lenguaje que los estudiantes» y promovía un análisis crítico del uso tecnológico.No obstante, Sileoni reconoce los problemas que pueden surgir: «No digo que no tenemos problemas, a veces hay desbordes o un uso abusivo». En respuesta, la estrategia provincial se centra en la regulación más que en la prohibición, confiando en la capacidad de los docentes para manejar el uso de dispositivos móviles en clase.

El director también destacó la importancia de la responsabilidad familiar y abogó por un retorno a la distribución de tecnología escolar, lo cual reduciría la dependencia de los dispositivos personales de los estudiantes: «Si hubiese tecnología escolar, ya no necesitas el dispositivo personal de los estudiantes», señaló.

Esta postura de la Provincia de Buenos Aires contrasta marcadamente con la reciente prohibición de celulares en las aulas de la Ciudad de Buenos Aires, reflejando un debate en curso sobre el papel de la tecnología en el ámbito educativo. Mientras una jurisdicción apuesta por la integración controlada de la tecnología, la otra opta por un enfoque más restrictivo.

El impacto de estas políticas en la calidad educativa y en la preparación de los estudiantes para un entorno digitalizado será observado con atención. Por ahora, las aulas bonaerenses seguirán utilizando la tecnología de manera regulada, intentando encontrar un equilibrio entre innovación pedagógica y uso responsable de los dispositivos.

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